El disco Boleros con swing constituye todo un desafío en tiempos en los que la belleza hecha canción reclama su derecho a existir entre las tendencias en boga, promotoras de la banalidad y la vulgaridad.
David sabe que está transitando por un terreno desbordado de memorables piezas icónicas del género, aquellas que perviven en el alma de todo degustador de la buena música. Por eso, mientras escuchamos el disco, cada una de sus diez canciones nos convencen de que estamos ante una propuesta musical de alto vuelo artístico, concebida con esmerada sensibilidad.
No puede ser de otro modo frente a versiones de clásicos como Que me haces daño, de José Dolores Quiñones, popularizado por el Benny Moré, o nada menos que el Bésame mucho, de Consuelo Velázquez, para no hablar del conocidísimo Miénteme, de Armando Domínguez.
Se nos hace evidente que David ha estudiado con intención el entorno original de cada obra para adecuarla a su personal interpretación, y que ha predominado la presencia del buen gusto, el imprescindible que requiere todo proceso de grabación, condición que lamentablemente no siempre se tiene en cuenta.
Aunque la dirección musical es del propio David, los arreglos y la producción musical los ha compartido con el reclamado guitarrista Dayron Ortega; además de tener a Juan Kemel en los arreglos de cuerda de metales y maderas, y en los corales; asimismo, goza del privilegio de que en casi todas las canciones aparezca una joya de la pianística cubana como Rolando Luna.
El hecho de que nos sorprenda la selección de los reconocidos temas Te conozco, de Silvio Rodríguez, y Tú mi desengaño, de Pablo Milanés –que coinciden con otro no tan popular, pero muy emotivo, como El tiempo y yo, de Augusto Blanca–, confirma que David Álvarez ha aceptado el reto de presentar un disco de boleros, pero lo ha dotado de un agradable acento de contemporaneidad; el que, sin lugar a duda, los convierte en boleros con swing.
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