La muerte de Martí, domingo 19 de Mayo de 1895 fue un hecho definitivo de aquel combate. Cuba perdió allí a uno de sus más ilustres hijos, el ganador de mil batallas en el terreno de las ideas, quien, por ironías del destino, cayera en una eventual escaramuza.
Muy justa consideramos entonces la interpretación de Manuel Sanguily cuando expresó: “Lo veo siempre de pie sobre el pedestal de su gran tribuna, la tribuna de la Revolución y de la justicia, inculcando la fe que alienta y salva”.