Esta cueva se ubica en la meseta cársica de Cabo Cruz, caracterizada por la presencia de diente de perro y otros elementos típicos de estos paisajes. La cueva, labrada en roca caliza, coincide en su lecho con el manto freático. Posee 80m de largo, 120m de ancho y una profundidad de 17m. Por estudios realizados en ella, cabe la posibilidad de su utilización, por los aborígenes, con fines ceremoniales.
El mito Aruaco expone: “Atabey, nombre del Ser Supremo, madre de las aguas, cinco son sus nombres: Atabey, Yermao, Guacar, Apito y Zumacao”. Atabey significa “madre respetada”, Guacar es relativo al flujo de los mares y la menstruación, a los itabos o manantiales. Atabey rige las aguas dulces y limpias que brotan de las montañas, de lo profundo de los bosques o de las orillas de los mares, entre las rocas de su lecho. (Arrón, 1990).
El “ídolo del agua”, identificado como la representación de Atabey, se puede observar en la cueva ceremonial de El Guafe. Consiste en una representación antropomorfa tallada en una estalagmita, en la misma entrada de la caverna totalmente inundada.
En el área se pueden apreciar destacados valores arqueológicos de las etapas agroalfarera y preagroalfarera, a través de los residuarios existentes, y la presencia de petroglifos, pictografías y otras evidencias en algunas de sus cuevas. La población local posee una fuerte ascendencia genética y espiritual de nuestra población aborigen.